Mundo Disney

MANIPULACIÓN o el motor de Disney

Villanos Disney, y Disney-Pixar.


Walt Disney Pictures ha llenado la infancia y las casas de los niños de todo el mundo –entre los que me incluyo– con cintas, DVDs, libros, audiocuentos de sus películas más clásicas, o de las recientes aspirantes como Enredados, ¡Rompe Ralph! o Frozen: El Reino del Hielo.

                Son muchas las características comunes entre estos títulos y otros tan emblemáticos como Aladdín, La Sirenita o La Bella y la Bestia; pero más allá de las bandas sonoras con toque Broadway, de los personajes principales que buscan su lugar en el mundo y de los segundones parlanchines y graciosos, destaca la icónica presencia de los malvados antagonistas, que adquieren en el filme una carga parecida a la del protagonista. Profundizando en la figura del villano, sorprende encontrar que la manera de ejercer su rol en la trama es siempre a través de la manipulación.




Analicemos, por ejemplo, el caso de La Sirenita. Ariel, la desdichada protagonista y enamorada del mundo extra-oceánico, recurre a Úrsula, la Bruja del Mar, para que le ayude a salir a la superficie. Úrsula la ayuda… más o menos. Porque en esa manera que tiene de asistir “desinteresadamente” a Ariel hay mucho, mucho interés. En primer lugar, Úrsula aprovecha la posición de vulnerabilidad de Ariel en su contra, nacida del trauma acarreado por las discusiones con su padre (que causan la destrucción de su colección de objetos) y el amor hacia el Príncipe Eric. Sabiendo que quiere ir a la superficie, le dice que debe hacerlo, desobedeciendo a su padre y que no hay nada malo en ello. Además, sabiendo que Ariel no entiende de magia, le explica que solo podrá convertirla en humana si ésta le cede su voz, cuando es evidente para el espectador (sobre todo tras el visionado de la secuela, La Sirenita 2: Regreso al Mar), que independientemente de que Ariel le dé nada basta con una gota de su pócima para hacer su deseo realidad. 

Por si fuera poco, esto es algo que menciona casi de pasada, enfatizando en su discurso Úrsula las partes que le convienen.



ÚRSULA: Además hay otro pequeño detalle, no hemos hablado de cómo me pagarás (…) No es mucho lo que pido solo es una insignificancia. Lo que quiero es tu voz.
ARIEL: Pero sin mi voz, ¿cómo…?
ÚRSULA: ¡Eso no importa, te ves muy bien! No olvides que tan solo tu belleza es más que suficiente. Los hombres no te buscan si les hablas, no creo que les quieras aburrir. Allí arriba es preferido que las damas no conversen a no ser que no te quieras divertir. Verás que no logras nada conversando, a menos que los pienses ahuyentar. Admirada tú serás, si callada siempre estás. Sujeta bien tu lengua y triunfarás.


Nótese que además de interrumpirla con un contra-argumento que no viene al caso (¿Cómo me relaciono sin voz? / ¡Eres guapa!), le insiste, no una ni dos, sino cinco veces en que estar callada es lo mejor (a sabiendas de que no).
Muy similar es el caso de la ya citada secuela donde Morgana, la hermana de Úrsula, hace creer a Melody, la nueva protagonista, que están en el mismo barco.

MELODY: Esperaba que pudiera decirme algo sobre esto [un medallón con el nombre grabado]. ¿Por qué tiene mi nombre? Mi madre no quiso decírmelo. Creo que no me entiende…
MORGANA: No eres la única que tiene una madre que no la entiende. Puedes créerme. YO sé cómo te sientes.



De esta manera, la hace creer que ambas están en el mismo barco, mostrándose como una persona amiga y polariza entre “nosotras, las incomprendidas” y “ellas, las madres que no nos escuchan”.




Jafar usando un recurso escaso (la magía negra)
y la inferioridad del Sultán (no sabe que es mago ni que
pretende hacerse con el reino) para manipularlo.



Hay muchos ejemplos más allá del universo de Atlántica. En Enredados, Gothel insiste continuamente a Rapunzel que no está lista para enfrentarse a los peligros del mundo más allá de la torre en la que vive, entre los que enumera las yedras venenosas, al Hombre del saco; y más tarde que sería ridículo que nadie se enamorase de ella. En El Rey León, Scar hace creer a Simba que la estampida que ha matado a su padre es solo obra suya, y que su única solución es huir. Frozen, el Príncipe Hans finge estar enamorado de Anna para casarse con ella, matar a su hermana, y convertirse en rey. Aladdín, Jafar controlaba los pensamientos del Sultán con su magia, haciéndole creer que Yasmín debía casarse con él. La Bella y la Bestia, Gastón, celoso, incita a la aldea a matar a Bestia para que no pueda estar con Bella, a sabiendas de que es bueno. La célebre bruja de Blancanieves y los Siete Enanitos aseguraba a Blancavieves que la manzana envenenada servía para pedir deseos. Hades aprovecha el control sobre la amada de Hércules en la película homónima...
           Y así en una larga lista, en las que ya sea a través de complicados discursos o canciones, o solo empleando la magia, los villanos Disney se valen del poder sobre el otro, del uso de recursos escasos (magia, poderes de Dios…), de su influencia social, la falta de conocimiento de los protagonistas, o sus fuertes emociones para hacerlos vulnerables y valerse de ello. En definitiva, los manipulan.



En esta escena se aprecia como Gothel aterroriza a Rapunzel para que no abandone la torre.


Contrastan, sin embargo, como otros personajes sufren una evolución más dócil: los secundarios a través de la persuasión. Por ejemplo, en el caso del Sultán de Aladdín, tanto el protagonista como la Princesa le muestran que es un joven leal y honesto, permitiéndole así a su hija casarse con él. Rafiki, el mono de El Rey León, insta a Simba a volver a las Tierras del Reino en una de las escenas más celebradas de la cinta; o, por cerrar el círculo con el que empezamos, tanto Ariel como Melody convencen a sus padres para eliminar las fronteras entre el mundo submarino y el terrestre.


Escena en Rafiki persuade a Simba para volver


Esto puede deberse fácilmente a que la persuasión no tiene connotaciones negativas, ya que no se engaña a la persona a la que se convence, pero sí a la que se manipula, y Disney, que siempre ha abogado por ligar valores tradicionales del bien y el mal en sus personajes, habría visto en la manipulación una manera de radicalizar a los villanos de modo que no pueda simpatizarse con ellos.




En cualquiera de los casos, este ensayo es más bien teórico, partiendo de las ideas base de manipulación y persuasión. Las películas de Disney trascurren en una hora y media, pero una manipulación real puede llegar a ser muy laboriosa, y precisar eliminar los conocimientos, concepciones e ideologías de la persona previamente para poder llevarla al terreno deseado. Si estás más interesado en este tema, puedes ver el siguiente episodio de la serie documental Redes. Yo me despido hasta la próxima entrada.




¡Hasta el infinito y más allá!


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